sábado, 31 de diciembre de 2011

Feliz año 2012

Se nos escapa el tiempo y llega para nosotros un nuevo año.
Puedo decir que he reido, que he vivido, disfrutado con los que estan y han estado. Atrapada en el tiempo y atesorando recuerdos, todavia soy capaz de mirar durante un instante hacia el futuro y recibir a lo que esta por llegar con una sonrisa.

Y que no falten para nadie, mas o menos escasas, pero que prevalezcan.
Feliz año 2012, y gracias por los momentos, palabras y sonrisas.

sábado, 24 de diciembre de 2011

La ultima pieza

Se presento como un rey de la lejana Arcadia, ese reino en el que moran las pesadillas. Un extravagante señor que desconoce el limite de su poder, y se divierte tentandolo. Alli empezaba
su juego. Cumplia las normas, no se excedia en sus palabras, guardaba el minimo respeto requerido ante el regente de la ciudad. Pero en sus ojos brillaba el orgullo, y la victoria asegurada antes de ver empezada la batalla

- Os escucho... señor - dijo Artur, el regente, con cautela. Un timorato sentado en el trono, demasiado atento a lo pendiente que estabamos todos a cada uno de sus movimientos

- No os costara atender, tampoco cumplir, mi demanda - contesto el invitado, que respondia al nombre de Luthenis - Mas bien sera... un alivio a vuestra pesada carga

Los dedos de Artur se cerraron en un puño, nervioso y exaltado ante la demora que se daba en las explicaciones de Luthenis.

- A este mundo, sin duda, no llegan las nuevas del otro lado de la frontera, Arcadia. - coloco sus manos con las palmas hacia arriba, queriendo abarcar a los alli presentes - Comprendereis la gran conmocion que deja en un reino la ausencia de un heredero. Mas aun cuando el elegido es apartado a la fuerza de su glorioso destino.

Artur guardaba silencio, con una de sus manos cubriendo sus labios, guardando cuestiones y dudas que le asaltaban. Tampoco yo comprendia hasta donde llegaban sus palabras

- El elegido... o la elegida, era una debil criatura del mundo mortal - anuncio Luthenis - Que ahora ha sido raptada contra su voluntad, y traida hasta este lugar. Ahora pensad... - tras esto, una pausa

Lera se inquietaba a mi lado, sin intervenir, pero sumandose a la agitacion que se hacia comun en los otros vastagos de la noche a nuestro alrededor

- ¿Cuanto cuesta la vida de una heredera, perteneciente a mi mundo? ¿Que podran crear, o destruir, por conseguirla?

Sonrio en mitad de aquel silencio que se palpaba, se divertia con aquel juego que habia creado. Habia lanzado al tablero la ultima pieza para que empezasemos una guerra que nadie deseaba, que todos querrian evitar.

Todos entendiamos, todos esperabamos. Habia comenzado un viaje sin retorno

Maksim

viernes, 23 de diciembre de 2011

Frio

Nada mas entrar en la casa, apoye mi espalda sobre la puerta. Parecia que habia pasado un largo tiempo, mas del que habia estado realmente fuera. La pequeña, en mis brazos, seguia sin responder, pero habia abierto los ojos, de un modo ausente hacia todo lo que la rodeaba.
Aquello era el fruto de un miedo hacia algo que no podia comprender.

La mirada que habia percibido desde el callejon me habia acompañado durante todo el trayecto de regreso, de forma intermitente, sin saber si volveria una vez dejaba de notar su terrible peso. La deje dormir, o que fingiera hacerlo durante todo el tiempo que quisiese. Entretanto, observaba como se tornaba el cielo de un pesado gris al oscuro cielo nocturno

Hasta el momento que aparecio a mi lado. La taza de cafe en mi mano hacia tiempo que habia dejado de humear, el frio del exterior traspasaba las paredes de la casa. Verla aparecer a mi lado, casi mirando al vacio, apenas me produjo sorpresa. Era como si hubiera estado esperandola

- Hace frio - murmuro como si le resultase extraño

Asenti mientras le ofrecia un lugar bajo una manta, mientras retenia en mis labios la pregunta que me moria por hacer. Pero, ¿como podria tener aquella niña la respuesta?

- Que... ¿que es lo que esta pasando? - se me escapo al fin

S.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Buscando una luz

Se nos escapa el tiempo y también la noche. Pronto vendrá el amanecer y con él el sol que tanto hiere nuestra piel. Debemos encontrarla, y pronto, o todo lo que conocemos ahora sera reducido a cenizas en poco tiempo. Igual que nuestros cuerpos si fueran expuestos a la luz de sol

La lucha habia continuado hasta hace poco, poniendo en riesgo el precario equilibrio en el que se mantiene nuestra mascarada. Luchas desatadas en lugares abandonados, aguardando a que todo pase y nada se derrumbe. Pero ahora hay una nueva amenaza, y no cabe otra posibilidad.

La presencia de un recien llegado al lugar, ajeno y extraño a nuestro mundo y nuestra naturaleza, ha colmado el lugar de inquietud e inseguridad. Un monarca de un reino que escapa, realmente, a nuestro mundo, y reclama para si una pieza sin apenas valor, pero con un gran precio. Una niña, una cria que apenas sabe en que lugar vive, y mucho menos sabe a que se enfrenta. El infortunio ha querido que viva en esta ciudad, y ahora todos la buscan para provocar la ira o el favor de ese monarca.

Maksim me sigue hasta ahora, con gesto hosco y resentido hacia todo. Ha perdido demasiado hasta ahora, como para querer evitar de buena gana la ira de unos señores a los que sirve por puro tedio. Piensa que la niña debe correr su propia suerte, independientemente de nosotros, y piensa que soy una idiota por querer salvar la vida de la niña

- Y despues, cuando la encontremos, ¿que crees que pasara? - me pregunto con una sonrisa amarga, sabiendo de sobra la respuesta

Despues tocaria entregarla a un mal menor, por asi decirlo. No era la opcion que mas me agradase, pero mejor eso que quedarse de brazos cruzados viendo como todo cae.

Lera N.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Ella

Ellos permanecieron alli, mirandome. Suspire y asenti a aquello que todos aguardabamos, llegaria aunque me negase a aceptarlo. Era entonces que todos miraron a un punto que quedaba como oscuro en todo aquel lugar, como si alguna conciencia quisiera evitar que fuera descubierto.

Me acerque, confusa e intrigada, mientras aquellas sombras que reflejaban algun modo de existencia incomprensible para mi, me abrian paso mientras parecian vigilar a nuestro alrededor. Tal vez atesorasen aquel momento como algo realmente esperado, tal vez esperasen una nueva visita no tan deseada.

Repetia mientras soñaba palabras, algunas de ella en las que pedia ayuda. La tome entre mis brazos, sin que despertase, para que todo temblase de nuevo. Las imagenes de aquellos que guiaron mi camino, hasta aquel callejon vacio de toda presencia, habian desaparecido. El mundo visible parecia volver a moverse con normalidad, y con el tambien sus sombras.

La observe con detenimiento, a aquella niña que dormia en mis brazos, con la piel clara y el pelo azabache. Entonces su rostro dejaba una expresion mas apacible, como si realmente descansase. Comence mi regreso, como si de de cualquier otro momento se tratase. Solamente me detuvo aquella mujer mirandome desde la salida del callejon. Estaba quieta, estatica, esperando quizas que en algun momento echara a correr, pero desaparecio antes de que pudiera reaccionar

Para ella no habia pasado inadvertido, ¿cuantos mas podian haber detectado aquel extraño momento?

S.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Un comienzo lleno de incerteza

Los primeros recuerdos que guardo son lejanos e inconexos, como si alguna otra persona muy cercana me los hubiera mostrado de forma muy vivida. Era un lugar muy frío donde me crié, eso es lo que mejor guardo en mi memoria. El resto, rostros, sensaciones, se apagan con el tiempo a gran velocidad.

Me llamo Dann, o Daniel, según a quien le preguntes. Soy uno de los afortunados. Cuando comenzó la Guerra, todo se derrumbaba. Lo que antes era seguro ahora es el próximo objetivo. Los que ostentaban el poder ahora se embarcan en misiones prácticamente suicidas, o eso es lo que parece. El resto son historias a las que dar poco crédito de gente que todavía quiere creer
Si yo aspiraba a algo, era a sobrevivir. Me jugué todas las cartas a una sola causa. El motor de nuestro mundo, (¡nunca mejor dicho!), y todavía puedo agradecer, a las estrellas o a mi buena suerte, que sigo vivo.

Los compañeros iban y venían, como todo en el mundo, pero algunos dejaban mas marca que otros. El primero de ellos sería el que daría un empujón a mi futuro, Ebenn. Un indeseable que destilaba poco carisma además de un singular tufo. Pero el tipo sabia que decir y en el momento oportuno. Me tomó como un aprendiz cuando mostraba un obstinado interés en el negocio de la chatarra. Nunca faltaría algún golpe bien medido en la nuca cuando algo fallaba en mi trabajo. Ni que decir tiene que siempre saco beneficio de mi barata mano de obra. Lo poco que se gastaba en mantenerme allí le reportaba beneficios, beneficios que podía invertir en enseñarme como era debido el oficio.

Contaría los doce años mientras sucedía todo aquello. Y entre tanto en casa se vivirían otros tantos problemas. Mi padre no veía con buenos ojos muchas, por no decir todas, de las cosas que hacíamos mi hermano y yo. Mi hermano era el mayor, pero no por ello el responsable ni el ejemplo a seguir a ojos de nuestro progenitor. Su nombre era Jace, y su vida era por completo desconocido para todos. Los pocos rumores que llegaban a mí no eran nada halagüeño, y para nada iba a darles crédito.

Daría un giro completo cuando se marchó. Mi padre no quiso saber donde, o eso decía. Algunas veces lo encontré preguntando a conocidos y a amigos, de su paradero o de si decidiría volver. Sus formas no fueron las mejores, ni de lejos, por lo que hubo pocos resultados.
A partir de entonces, y poco a poco, continuaría de forma indecisa, sin saber bien hacia donde dirigirse. No se haría de esperar demasiado cuando decidí seguir los pasos de Jace. Demasiado tiempo congelaría las ideas, y entonces no podría actuar para hacer un camino en mi vida.



domingo, 2 de octubre de 2011

Sombras

Tegan ya estaba despierta. Podía escuchar el arrastrar de sus pies descalzos por el suelo, y pronto llegaría el olor a café. Me sentía cansada, y a la vez muy despierta. Como aventurarse a la brisa fría que llega con el amanecer.

Entre mis dedos, un fragmento de lo que parecía pergamino. Estaba escrito con una letra que no pude reconocer, pero las palabras dejadas dejaban claro de quien se trataba. Mi guardián, que velaba por mi en sueños, me aseguraba que nada de eso era una ficción que creaba la noche. Y aunque todavía no las tenía todas conmigo, así lo sentía: muy real.

Me levanté rápidamente, dispuesta a encontrar las respuestas que se hallaban perdidas. Las preguntas todavía no estaban creadas, pero allí estaban. Tegan ahogaba a duras penas un bostezo cuando me veía salir a toda prisa de la casa. Necesitaba ver un sitio.

Casi sin pensarlo, mis pasos me llevaron hasta el lugar. Mi mente había estado en blanco, centrada en nada en concreto, hasta llegar allí. Era el lugar donde había tenido esa horrible visión donde el mundo se resquebraja en mil pedazos por la venida de mil criaturas imposibles de imaginar. Temblaban mis dedos, pero me paralicé por completo al contemplar, como aquel hombre, que había estado en mis sueños lamentandose por la pérdida, me observaba a pocos pasos.

Su imagen era vacilante, difusa, como un espectro. Me interrogaba con la mirada, como queriendo saber cual sería mi siguiente paso. Me atreví a avanzar, para asegurarme de que no era una visión, y en esos instantes, él sonrió. Como olvidado, el resto de nuestro escenario cobró vida de nuevo. Muchos otros, como mi visitante en sueños, estaban allí, observando. Parecían querer ver lo que había sucedido, y me miraban curiosos

Sentía el miedo, el miedo que queda después de una fuerte tormenta, que queda en el corazón, vacilante. Una sensación conocida, al parecer, y más que lo sería, y todos allí quedamos expectantes.

S.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Luz

Abrí los ojos, con el cuerpo agarrotado y cansada, muy cansada. Como si hubiera recorrido una inmensa distancia. A mis ojos llegaba una luz dispersa. Como rayos de sol que lograsen tocarme a través de las hojas de los árboles. Descubrir que así era me sacó una sonrisa, aunque no sabía por qué. A pesar de mi cansancio, me sentía tranquila y en paz. Descubrí que el frío en mi rostro eran pequeñas gotas de rocío.

Estaba en un diván algo desgastado, que ocupaba un pequeño espacio en una biblioteca que daba a una amplia terraza. Lo que por allí podía ver era un auténtico paraíso. No tenía ni idea de donde estaba, tampoco me paré a pensarlo por aquel momento.
Una mano en mi hombro me sacó de mi maravillosa vista. Aquel extraño que había entrado en mi casa, otra vez a mi lado. Sonreía con franqueza, aunque también algo cohibido.

- ¿Disfrutas de la estancia? - me preguntó interesado

Asentí y sonreí, esperando a que continuara. Algo tan idílico no podía ser real, debía de ser un sueño que acabaría con o sin explicaciones. Solo tenía que esperar. Mientras pensaba en eso, aquel cielo abierto con nubes de color vainilla comenzó a oscurecerse. Se acercaba una tormenta, y a lo lejos, ya empezaba a abrirse el cielo por medio de aquellos relámpagos.

- Se acerca una tormenta, y no hay forma de evitar sus estragos. - dijo con temor en su voz.

Miraba esa tormenta que se avecinaba con más tristeza que miedo en sus ojos. Sus manos, cruzadas delante de sí, como si se lamentara por la ausencia de un ser querido.

- Aunque no puedas verlo todavía, puedes sentirlo dentro de ti. - tomó una de mis manos y la colocó sobre mi pecho. Sentía un latir, no de mi corazón, sino de otra cosa

Era como una luz dentro de mí, que latía y crecía por momentos. Su destello era agradable, aunque temblaba por momentos. Cuando me dí cuenta, casi sollozaba. Unas lágrimas pugnaban por aparecer de mis ojos.

Un rayo partió el cielo en dos
Y me devolvió a mi realidad

S.

lunes, 19 de septiembre de 2011

¿Respuestas?

Había caído dormida en un sillón, mirando la ventana, sin estar segura de como había llegado hasta allí. Tegan ya dormía plácidamente, desconectando del resto del mundo para despertar hasta bien entrada la mañana siguiente. Pero yo no tendría esa suerte, sino que desperté sobresaltada por nada en especial. Simplemente, abrí los ojos en una penumbra

La tenue luz que entraba por la ventana dejaba mucho a la imaginación del lugar en el que estábamos, y también al miedo. Más aún cuando escuchaba los pasos de alguien en la habitación de al lado.

Todo mi cuerpo estaba fuera de mi control. Me sentía fuera de mí, y a pesar de querer esconderme en el último rincón de la casa, seguía avanzando para encontrarme con aquel inesperado visitante.

No sabía si sentir tranquilidad o decepción cuando encontré a un extraño hombre hojeando pacíficamente los libros que había repartidos por la casa. No parecía temer nada, más bien parecía un tipo aburrido que buscase distracción en los libros de su propia casa. Igualmente, seguía siendo surrealista, como parte de un sueño

- Q-q ¿Quién es usted? - pregunté casi con violencia, apretando los puños y arrepintiendome al instante de haber roto el silencio

Él, simplemente levantó la cabeza con una mirada curiosa hacia mí. No parecía sorprendido por haberlo descubierto, ni tampoco mostraba alguna otra emoción que no fuera esa calma. Sostenía algo entre sus manos, algo que no había soltado en ningún momento, mientras curioseaba en la casa. Lo alzó para que pudiera verlo a la suave luz que entraba por la ventana

- Tú eres quien dejaste todo lo que ha sucedido por escrito - afirmó, sin vacilación alguna, mientras sostenía mi reciente y extraño diario - sin siquiera saber del todo que es, y hasta donde abarca

Asentí boquiabierta, viendo los niveles de incredulidad que estaba alcanzando todo aquello. Un desconocido entra en mi casa, curiosea a placer y conoce lo que yo he vivido, y que apenas se discernía entre el delirio de un sueño agitado. Tenía que estar soñando

- Todavía me faltan respuestas, para saciar tu curiosidad y la mía - siguió explicando mientras no le perdía de vista un solo segundo - Pero a ninguno se nos escapa que algo está a punto de ocurrir. Saber el qué es lo que nos toca descubrir ahora, aunque tendremos que esperar

Se acercó a mí, soltando mi diario, y pasó una mano, en gesto suave, frente a mis ojos. Sus ojos claros, como si hubiera agua en ellos, fue lo último que recuerdo antes de que todo se volviera oscuro.

S.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Tegan

- Susan, deberías de ver esto... Es algo... ¡wow! - dijo mientras se inclinaba sobre la pantalla del televisor

Lo que siguió después fueron los gritos de terror de los protagonistas de una película. Apoyé la cabeza sobre mis manos, y miré aburrida la pantalla. Aquella película la había visto incontables veces, y Tegan otras tantas más. Le encantaba ese género pobre de sustos fáciles. Aunque últimamente, evitaba mirar el televisor cuando miraba ese tipo de películas. Me hacía recordar lo que no quería.

Habían pasado un par de días, no los suficientes como para olvidarlo, pero me seguía atenazando la idea de que pudiera repetirse. Se lo había referido a Tegan como un simple sueño curioso, y ella había estallado en entusiasmo. Pronto se había puesto a sacarle detalles y prolongaciones a ese suceso, con finales cada vez más estrambóticos. Me consolaba al menos, ya que me había hecho reír con esas ideas suyas.

¿Lo había soñado? No había desecho esa posibilidad... pero es que era tan vívido... Seguía soñando, esta vez por seguro, con rostros temerosos y tristes al otro lado de ese cristal roto. Temían por lo que estaba sucediendo, e imploraban ayuda a quien los escuchase. Sentía impotencia, y apenas podía guardar las lágrimas de desesperación.

Encontré un cuaderno donde escribir y esbozar todo lo que recuerdo. Extrañamente, cada vez que lo hago, me siento mejor. Por culpa de eso, apenas lo suelto. Y es que siento que quedan cada vez más cosas por explicar

S.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Recuerdo

A veces soñaba con lugares que no existían pero en los que sin duda quería estar. Nada más lejos de la realidad, era fantasía en estado puro. No había límites y tampoco barreras. Era como sumergirse en un océano de ideas: la imaginación te llena y te hace volar

Eso era. La sensación exacta. Era como volar cada vez que cerraba los ojos para descansar. Los dibujos no bastaban para expresarlos, y describirlos por escrito era aún más difícil. Tampoco podía describirlos por palabras. Muy en el fondo quería que fuese algo mío, solo mío, y que pudiera atravesar sus fronteras por mi propio pie.
Como desaparecer en mitad de todos. Todos creen que sigo allí, cuando en realidad estoy volando muy lejos. Y mi sonrisa no tenía tampoco fin.

Hoy parece un buen día para recordar

Caí dormida, con la misma ropa con la que había entrado. Estaba exhausta y apenas recordaba el trayecto hacia a casa. Todo había sido demasiado rápido, y no quise pensar demasiado. Creo que corría a toda velocidad, aterrorizada. Había vuelto a soñar con aquel mundo ficticio que había llenado mi vida cuando era niña.

Cuando llegaron aquellas siluetas, sombras de otro mundo, tuve la misma sensación de cuando soñaba. Solo que ahora todo estaba bañado por el miedo. ¿Por qué estaba pasando todo aquello? Los recuerdos se apagan o se iluminan con el tiempo, pero nada podía ser tan radical. Se trataba de algo nuevo, y esta vez, quería contarlo a todo el que quisiera escucharme. Solo era cuestión de encontrar a alguien que quisiera, simplemente, creer

S.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Una puerta hacia...

Por fin estaba sola. La noche parecía en su cúlmen, cuando las sombras se tornaban hacia todos con vida propia y cada sonido es una amenaza. Mi pecho ardía, como si una esfera ardiente intentase expandirse, punzando cada fibra de mi ser. Cerré los ojos y me dejé caer, derrotada. Nada podía asemejarse a lo que había vivido hasta ahora. Luces de otro mundo se habían creado junto a mí, paralizandome de miedo.

Siluetas etéreas de ojos blancos como el mismo vacío se acercaban con lentitud hacia mí. Nadie más podía verlos, nadie más era consciente del horror que allí se estaba creando, que estaba rompiendo la realidad que todos se esforzaban por mantener. Era como un cristal, transparente, que era quebrado en mil pedazos. Nadie podía verlo, pero todos sabíamos, de forma oculta, que estaba allí. Un millar de lamentos se alzaron hacia el cielo, estridentes en principio, pero perdiendose poco a poco en la distancia

Aquellos que no eran capaces de ver nada sentían una incomodidad, vacilaban al caminar y aceleraban sus pasos. Nadie podía ayudarme. Tan solo podía ver, como bajo la luz del atardecer, aquellas criaturas de pesadilla entraban por una ventana rota hasta este lugar. Ya no sé que es aquí o es allí, si sigo soñando o quizás esto sea un buen momento para empezar a olvidar.

Solo siento un gran miedo. No sé que es lo que está a punto de pasar, pero dentro de mí siento una gran tormenta que pronto alcanzará los cielos

S.

jueves, 7 de julio de 2011

Ethras Fallen (II)

Que precio tan alto para demostrar mi fidelidad, para demostrar que creía en el secretismo que era el modo de vida del Clan del Temple. Tendría que arriesgar la vida, por un ideal que todavía no me pertenecía. Una lucha que todavía no es mía, pero continúo con ella

El frío congelaba hasta la risa en aquel lugar, y las noches eran largas, debido a que era imposible coinciliar el sueño debido a los temblores. Nadie hablaba, tan solo miraban hacia el infinito, recordando los tiempos mejores en los que estabamos en lugares lejanos a este.

Eso mismo intentaba, casi en vano, intentando que por fin los buenos o malos sueños me llevaran con ellos hacia algún tipo de descanso. Entonces, la ventana que daba al patio interior de aquel puesto avanzado, se abrió. Una criatura de sombras se desplazaba como en su propio terreno. Lentamente, me desembarazó de mi aletargamiento, con palabras enigmáticas

- Tus órdenes han cambiado, cachorro - dijo con voz neutra - Y me necesitas para poder cumplirla

Poco a poco, mi respiración se fue calmando, hasta quedar de nuevo tumbado sobre mi lecho. ¿Cuanto tiempo duraría todo aquello? ¿Qué era lo que se requería de mí en esos instantes? Mi vida corría peligro en todo momento, al ser descubierto no tendrían piedad conmigo. Y de esa sombra, que tampoco duraría en poner fin a mi vida

Su nombre era Miel D'alin, una criatura semihumana que se deslizaba por cualquier lugar como un gato. Sus ojos estaban rodeados por una pintura negra, y en la penumbra, apenas podía versele un rasgo humano. Aterrador para cualquiera, pero sus actos eran aún más extraños y extravagantes. Se había autonombrado como maestra mía desde que entré en el Temple, lo cual supuse que tenía demasiado tiempo que dedicar a nada en concreto, y yo representaba esa solución

Me decía que tendría que acompañarme en esa misión, pero tendría que esperar al día siguiente. Lo siguiente que fue, era meterse y arroparse en el lecho. Realmente, aquella noche hacía frío, y tendría que descansar para escuchar lo que estaba destinado para mí

miércoles, 29 de junio de 2011

El deseo [XII]

Apoyaba sus manos sobre su escritorio, atestado de papeles, informes y información que no le llevaba a ningún sitio. Frustración en su corazón, también en su rostro, y no podía ocultarlo de ninguna manera.

La redada y el desalojo de aquel local de corrupción había sido contraproducente. Coartadas sólidas, todo en su lugar. Los permisos debidamente manejados, seguramente con alguna jugada para beneficio del falsificador.

Benjamin Harvey comenzaba a ver enemigos en cada esquina, en cada lugar de su oficina. Cada mirada era malintencionada, todos maniobraban sus pesquisas para escapar de la atenta mirada que esperaba para cazarlos a todos por corruptos y tratantes de la mala vida

"Todos callan como esas prostitutas del antro que desmantelamos ayer, y ni rastro del arma que se llevó a Thomas..."

Apretaba los puños, reprimiendo un golpe. Paseaba como una bestia enjaulada. No veía la hora de tener al asesino en una sala debidamente insonorizada, para obrar allí su propia justicia, tal como aquel monstruo había hecho con su familia

"Las ratas se ocultan a la luz del día... tal vez haya que buscar en las mismas alcantarillas para hacerlas salir"

Sonrisas de satisfacción y una nueva pero oscura esperanza comenzaban a aflorar

viernes, 17 de junio de 2011

Sueños

Silencio y espera. No nos queda otra que mantenernos firmes, quietos, esperando nuestra oportunidad. Todos impacientes, esperando a que caiga la última defensa. Atacamos cuando, por fin, la conciencia duerme. Y es entonces cuando comenzamos a dibujar en un espacio vacío. El sueño nos permite volar.

Creamos con lo que nos permite conocer el día. Ante demasiados pensamientos y acontecimientos, nuestra pintura se convierte en caos, y el durmiente tiembla de miedo. En el sueño relajado, sonrisas incoscientes afloran en los labios

Neutrales, no queremos ningún mal. Solo necesitamos exteriorizar el instinto creador. Y liberamos lo que realmente se esconde en el alma y en el corazón. A veces, cosas terribles. Demasiado para que permanezcan dentro.
Abrimos la jaula y después, con la luz del alba, volvemos a refugiarnos
A la espera de que vuelvan para soñar

lunes, 6 de junio de 2011

Duerme

Despierto a la noche, todavía sin abrir los ojos. Escucho una respiración a mi lado. Tranquila, serena. Como su rostro.
A la luz de la luna, la mitad queda en la sombra
Y se pasa el tiempo, sin poder contarlo, mientras la miro dormir. Sus manos apenas se mueven, salvo en acto incosciente cuando abraza mi cintura. Es increíble la velocidad con la que se me abraza mientras sueña. Siempre sabe encontrar un lugar en mi hombro

Suspira, relajada, cuando termina de acomodarse, recibiendo mi abrazo con la más dulce de las sonrisas

miércoles, 18 de mayo de 2011

Sam Dothras

El misterio, la duda y el miedo. Miles de expresiones que podemos ver en cada uno de los rostros con los que nos cruzamos en el día a día. Puedes intentar descifrar sus emociones contenidas, pero ¿y si pudieras saber que es lo que realmente se oculta en sus mentes?

Querían saber que era lo que podía hacer. Desde que era pequeña, encerrada en algún lugar rodeada de millones de miradas llenas de una curiosidad morbosa. Obligada a permanecer en un lugar oscuro, escuchando pensamientos de muerte y miedo. Eran, sin duda, otros presos como lo era yo ¿Los motivos de mi estado? Los ignoro, pero a todos era común el mismo miedo.

Cuando dejaron de lado los látigos y otras torturas, me llevaron a una celda de gran amplitud. Allí encontré a otros como yo. Sus miradas me llenaron de temor, quise gritar y esconderme, quise gritar y escaparme por aquel resquicio de luz que apenas llegaba por aquella minúscula ventana.
Ignoré lo que pasaba, hasta que desperté a la conciencia, en brazos de un hombre extraño que intentaba calmarme.

Lloré como hacia tiempo que no hacía, y libre por fin de aquella angustia, dormí tranquila. La compañía de un igual me tranquilizó, aún cuando me había olvidado del habla, con un apretón a su mano bastó para hacerle saber mi agradecimiento

Aquel hombre no tenía nombre, o al menos no lo quiso hacer saber. Sabía imponerse a los demás recluidos, incluyendome a mí. Gozaba de una entereza de la que sabíamos carecer, y también poseía varios tesoros: libros.
Pocas veces había visto uno, y en muchas ocasiones, como si fueran pedazos de una pesadilla, los había visto arder, utilizandose para dar vida al fuego. Él, en cambio, parecía comprender sus mensajes ocultos que se escapaban a mi entendimiento

No tardó apenas nada en captar mi interés por lo que allí se contaba. Tanto daba: en aquel pozo del olvido no importaba si aprendíamos o moríamos entre nosotros. Nuestra "función", por así decirlo, había quedado en segundo lugar. Tal vez condenandonos en aquel lugar evitaran represalias por nuestra muerte, quizás poco oportuna

Me enseñó a leer, y también a escribir. No serviría de nada, teniendo a la muerte tan cercana, habitando con nosotros en aquella celda. Pero era una luz de esperanza para todos nosotros. Al menos lo fue hasta que me tomaron en mitad de la noche para arrastrarme hasta una nueva celda, más fría y terrible que la anterior. No sabría decir cuanto tiempo me costó percatarme de que estaba en el exterior, y el frío que sentía era la brisa nocturna. Estaba en una carreta de celda.
Aunque me costaba creérmelo, estaba contemplando el cielo cubierto de noche y estrellas

No sabía a donde me llevaban, y a cada pregunta recibía un golpe en las rejas que me aterraba como si fuera un animal apaleado. No sabía tampoco cual era nuestra semejanza. Pasaron los días, y entonces llegamos a un gigantesco castillo. Nos acompañaban en mi viaje unos grandes señores que ni siquiera pararon su mirada en mí, y tampoco los señores de aquel castillo. Solo sé que volvieron a sacarme para encerrarme en una celda subterránea, junto con las ratas y una tenue luz. Me dormí, agotada ante tanto cambio. Aquello no podía ser bueno

Me despertaron los terribles pasos de un muchacho, que hacía muchísimo ruido queriendo pasar desapercibido. Y lo siguiente fue de interrogarme, atosigarme con extrañas preguntas. ¿Acaso no sabía él que hacia yo allí? Y lo más inquietante, comencé a contarle todo lo que me había pasado. Y casi sin dejarme terminar de hablar, desapareció. Ya había anochecido, pero el traía consigo una sorpresa

Las llaves de mi libertad

Taran Szae

Aquel palacio cristal todavía aparece en mis sueños. Inevitablemente, tengo que dejar escapar una sonrisa ¡Estrellas en el cielo, aquellos años brillaron con gran intensidad! Pero no todo dura para siempre. Linfancia de placeres y ciertas obligaciones no del todo cumplidas han marcado cierto caracter algo desenfrenado.

A pesar de eludir mis deberes, siempre me han apasionado los libros. Leer ávidamente para plasmar lo que en mi mente visualizaba. Me encantaba la aventura que era capaz de dibujar. La consecuencia de aquella afición, mis manos aparecían casi siempre manchadas de tinta. Pronto, se difundía el llamarme Taran Dedos de Tinta

Me gustaba aquel remoquete, y fantaseaba con ser un gran ilustrador, de aquellos que son reconocidos por tal labor. Increíble me resultaba que algo tan sencillo, y tan placentero a la vez, reportara semejantes beneficios. Beneficios como el reconocimiento que mis padres tanto se esforzaban en que yo consiguiera, aunque por otros métodos nada interesantes

Escapadas infinitas, dejé de llevar la cuenta hace tiempo. Los maestros ya me daban por imposible en ese mundo que es el conocimiento. Tal vez buscaran alguna habilidad innata que aún no había logrado sacar a la luz. Era realmente divertido ver como mantenían esperanzas vanas que yo no dejaba de alimentar. Y ardían en improrperios innombrables que mis carcajadas fácilmente lograban apagar

Las cosas cambiaron mucho con aquellos extraños invitados que llegaron a nuestra casa aquel invierno. Hacía frío, y yo alegaba enfermedad para quedarme en mi aposento recreando batallas perdidas y quizás nunca vividas. Traían un gran séquito y mucho escándalo con ellos, podía verlo desde la ventana. Por la actitud fría de mi buen padre... ¡no podía decir si se conocían o no! Su actitud era rígida en todo momento

Tanto daba, tal vez buscaran refugio en el camino a alguna corte más esclarecedora que la nuestra. La fiesta no entraba en los esquemas de este lugar, pero se hizo el esfuerzo. Lo más curioso fue, que entre ellos, se encontraba un preso. Ceñudo y al parecer malhumorado, me llamaba la atención ¡Apenas era un muchacho, y menor que yo! Me preguntaba cual sería su crimen. Y las respuestas a mis preguntas llegaron

La Iglesia había llegado con sus incuestionables juicios. Aquel muchacho había cometido afrentas contra la organización, y bastante grave, si damos por equivalente su enfado. Pero todo eso seguía sin cuadrar

No tardé en deslizarme hacia las mazmorras, donde habían encerrado provisionalmente a aquel prisionero. Arriba, la fiesta se desarrollaba con gran entusiasmo, algo nunca conocido en las paredes de nuestra casa. Al principio se resistía hablar, tal vez creyendo que iba a juzgarlo como los demás hacían. Pero aquel encierro lo consumía

Me contó cosas increíbles, y casi antes de creerlo posible, ya estaba fuera y siguiendome para huir ¿Una mala idea? Tal vez lo fuera, pero quise arriesgarme por algo que parecía merecer la pena

jueves, 12 de mayo de 2011

Ethras Fallen

Siempre nos sorprende la vida con extraños cambios y posibilidades que en ocasiones no acertamos ni a imaginar. Como puedo decir que me pasó a mí. Miro hacia atrás y quedo absorto con todo lo que llevo vivido sobre mis espaldas. Y todavía se sobrecoge más mi corazón cuando pienso en lo que está por llegar.

Esta historia, mi historia comienza en Ilmora, templo del saber y del conocimiento en la tierra. Realmente está bendecida, y tuve la fortuna de nacer en aquella zona bendecida. Concretamente, en Eustace.

Podría decirse que ya estaba marcado. Rodeado de libros y enigmas por resolver, siempre había una incógnita que quedaba sin respuesta. En escuchar estaba la clave para aprender, en el estudio la clave para entender. Quiero escudarme en la niñez y en la inexperiencia el no haberme dedicado desde mis inicios al estudio. No podía entender, comprender, la magnificencia de todo lo que nos rodeaba

Dedicado a los juegos, ignoraba el saber oculto que nos esperaba a todos en los templos del saber. Algo desenfrenado y travieso, quedaba gran tiempo recluido y castigado. Fue así como descubrí las matemáticas, y solo era el principio

Provisto de un fuerte carácter que todavía me marca, al conocer otros campos del saber los despreciaba como inútiles. Cuando al que me dedicaba quedaba obsoleto para mí, podía entonces comprender lo importante que eran los demás. Ensayo y error, así se manifestaba mi hambre de conocimiento.

Mis padres tomaron esta nueva noticia con algo de alegría y a la vez temor. Podría decirse que era el temor a perder a un hijo, que pronto volara para buscar las metas a buscar en la propia vida. Me aventuro demasiado, ya que ni siquiera ahora podría afirmar que así es. Y con el paso del tiempo y las inclemencias de los viajes, se perdió la oportunidad de hacerles la pregunta del porqué sentían temor. Aún así, pudieron dedicarse más de lleno a mi hermano, más tierno en edad y también en salud. No fue una desgracia cuando marché al Trivium

Nada que ver con lo que se tenía en mente, o quizás lo que algunos tenían como concepto de Scionis. La rivalidad era el modo de vida, y el compañerismo existía pocas veces, en el caso de que pudiera conseguirse algo. Pero a pesar de todo eso, existía un respeto casi reverencial entre todos. Ante todo, pertenecíamos al mismo mundo. En el futuro se vería quien permanecería con sus facultades intactas, presa o no de la locura o de un enemigo más fuerte.

Numerosas pruebas que nos dejaban agotados, desfallecíamos para caer en terribles sueños rememorando lo vivido. Angustia y temor, vivían los más dedicados

El camino a seguir me llevaría a cruzar gran parte del Imperio. Las vistas eran excelsas, y ojalá pudiera serlo también la compañía. Enfrentamientos siempre ocurren, y en algunos momentos se sale más malparados que en otros. Algunas cicatrices que recorren mi cuerpo son debidas a malos momentos y reencuentros con compañeros no tan añorados

Recuerdo una noche en la que me creía perdido en el bosque. La oscuridad era total, apenas podía ver nada. Pero sí escuchar. Pronto, comencé a escuchar pasos y otros sonidos. Mi corazón se inquietaba. Mis poderes estaban mermados, debido al cansancio y otros usos. Eso me llenaba de temor: me sentía inferior, indefenso ante aquello. Lo que parecía una multitud me rodeaba, y comenzaron a aparecer frente a mí. No podía verles los ojos.

Imágenes comenzaron a pasar por mi mente: recuerdos que me atosigaron durante la infancia. La soledad, la oscuridad. Y también durante mi juventud, mientras aprendía: la inferioridad, la incapacidad para seguir adelante, no poder avanzar

Actúe más por miedo que por otro impulso. Sin ningún plan, ningún tipo de estrategia. Según los conjuros llegaban a mi memoria, así los usaba de la mejor manera. A diestro y siniestro. Sin siquiera asegurarme de que acertara. Antes de desfallecer, comprobé de que aquellas sombras sin ojos se alejaban, dejándome tranquilo

La vergüenza me venció al despertar. Ya no quise que se repitiera aquella escena. Buscaba enfrentamientos para mejorar, necesitaba planificar, prever en un enfrentamiento como los que tuve. Mi tiempo de estudio aumentó a cada día, no podía fallar de nuevo como aquella vez. Y si dijera que avancé a fuerza de voluntad, mentiría como un bellaco

Muchas veces me venció el miedo y tuve que alejarme de él. Fui derrotado por rivales más fuertes, y no podía sino aprender de ellos. De mis errores y de su astucia

De ese modo, llegué casi sin dar cuenta de ello a Kanon. Me había retrasado mucho, fue entonces cuando me percaté. Había realizado muchas paradas, que no contaba con ellas, pero igualmente no podía arrepentirme de ello. Me había vuelto más sabio, pero podía mejorar de infinita manera. Del pasado apenas quedaban ya sombras y efímeros recuerdos, y cuando mirabas hacia atrás, quedaba un leve rastro de dolor

Había que continuar adelante, solo que no podía saber que dirigirán mi camino. Llamaron a mi puerta unos extraños hombres que apenas me dieron información de sus intenciones. Les seguí más por curiosidad que por otros motivos. De quererme mal, ya habrían dado rienda suelta a sus intenciones, y yo creía estar preparado

Pero lo que querían me dejó sorprendido. Su ofrecimiento, o más bien, anuncio, era mi reclutamiento en el Clan del Temple. No tenía intención de que pasara aquello, ni siquiera lo había considerado como una posibilidad, y mi silencio fue tomado como un consentimiento. Realmente, no tenía nada que decir. En mi fuero interno, quería estar allí. Conocer y saber, aprender y avanzar. La soledad impuesta era un camino doloroso, y parecía que llegaba por fin el cambio

miércoles, 27 de abril de 2011

Refugio

Pronto, la ciudad sufrió un estremecimiento. Los niños se despertaron inquietos de terribles pesadillas, pero sin llanto. Observaban el vacío en silencio. Algo terrible había despertado.

Como surgido de lo profundo de la ciudad, los rincones y callejones, pozos y lugares de odio. Aquellos entes, espíritus vacíos de todo, comenzaron a surgir, como un tropel exaltado que no podía detenerse.
No gozaban de voluntad, tan solo en sus mentes, si alguna vez tuvieron, estaba ocupada por la idea de capturarla.

La pequeña Ana, que yacía en una duermevela insana en los brazos de Adrien. El escudo que había efectuado no duraría mucho, y sabrían pronto, como un foco dirigido hacia el cielo, donde se encontraban.
Sus fuerzas mermaban a cada paso. La carrera era atroz. Atrás, muy atrás, quedaba lo que anteriormente había sido su refugio

"Tendrán que huir si no quieren verse atrapados. Ni siquiera Fanderberg es capaz de resistirse a ellos, y revelarían nuestro paradero"

Adrien, en un último esfuerzo, se alzó hacia los tejados para encontrar refugio seguro hasta el amanecer. El sol devolvería a las sombras a donde pertenecían, todavía no eran capaz de sobrevivir bajo su luz. Dejó a Ana en lugar seguro, y su pequeño cuerpo se acomodó a donde estaban. Todavía hacia frío, y se encogía en sueños

Tomó un mechón de su pelo y lo acarició mientras la abrazaba

- Pronto pasará, tranquila... - le susurró con mucha fe

martes, 19 de abril de 2011

Casas

Encerrados en aquella gran mansión, bajo el influjo de una magia que nos supera a todos. Se desarrolla ante nosotros una guerra, un duelo. No con armas, sino con palabras, donde se decidirá nuestro destino, y tal vez, nuestra libertad. Encadenados a sus pies, nos acaricia como a mascotas. Eso somos.

Sin voz ni voto, sin derecho a levantar la vista. Eso podría suponer nuestra muerte. Por eso están aquí. Llegaron cautivados por el poder, como reyes jactándose de su propio poderío. Yo estuve presente, perdí la cuenta de hace cuantos años, cuando todo comenzó. Las casas de los recién llegados, liderados por Albion, y de lady Ann, mi ama, cayeron en desgracia

Albion fue traicionado a su vez. Y hoy viene a nuestra casa con una máscara de impasibilidad y buen humor. No sabe que conocemos la verdad. Por su culpa, pasamos miedo y pérdidas. Lady Ann todavía piensa cobrarse venganza

Debería odiarle, por su causa perdí familia y amigos. Pero ahora, va a luchar por mi libertad. Dividida entre el miedo y la rabia

miércoles, 13 de abril de 2011

Darkus

Aún escucho los grandes impactos de aquella arma, sostenida por mano amiga. Los enormes haces de luz me cegaban, no me permitieron ver lo que sucedía ante mí. Aquella sombra, aquel monstruo hecho todo oscuridad, se deslizaba ante nosotros como el propio viento, cortandolo con aquellos afilados puñales
Aquel que iba dirigido a mi vientre no encontró su destino. Mi amigo, mi hermano, mi compañero de armas, se interpuso en su trayectoria. Maldito egoísta, ¡te dije que huyeras! Supongo que es cosa del ejemplo. No quise retirarme a tiempo, y por mi causa ahora yaces sin vida

Ahora solo me queda correr, y dejar tu cuerpo atrás. Tu ojos muertos me perseguirán en sueños, presa del remordimiento por no haberte protegido. Mil veces maldita aquella criatura, que se alimenta de todo lo malo que hay en el corazón.
Algún día, con tu mismo puñal, atravesaré tu garganta y acabaré con esa risa cavernosa.

jueves, 31 de marzo de 2011

El miedo

Resuenan los pasos sobre la fría piedra bañada por el rocío nocturno. Las luces que iluminan las calles hacen sombras que acrecentan el temor a los ojos de un niño.
Anita tiembla en mis brazos, a veces olvido que sigue siendo una niña, con las pesadillas propias aunque viva con terribles monstruos. Pronto caerá dormida, entre el temor y las altas horas de la noche.

Maldito sea Fanderberg y sus teorías, ya que por ellas tenemos que huir. No acostumbra a fallar, y no pienso dejar que nos pille desprevenidos tal noticia

Sabíamos que ella regentaba un gran poder, aunque nos era imposible concretarlo, hasta el momento. Los rastros de azufre anunciaban presencias en los alrededores, observandola. Ella desconoce la verdad, como tantos muchos.

El miedo nos hace débiles e irracionales. Por eso huyo con ella en la noche. Por miedo. No pensé que sentiría miedo como los demás al pensar en su dolor.

martes, 22 de marzo de 2011

Ánimas

Golpeó con los nudillos la pesada puerta. Al lado de ésta, un cuerpo inerte descansaba, casi como un guardián de la puerta. Otro ejemplo del macabro humor de Diriek. Solía hacer eso con los antiguos propietarios de las casas que ocupaban. El tiempo en aquella casa se les agotaba, pronto sus vidas volverían a cambiar.
La pequeña Anita lo lamentaría, como cada vez.

- Adelante... - dejó escapar aquella voz grave

Adrien se abrió paso hacia la habitación. Cerró la puerta, al igual que los ojos. Al instante se dejó llenar por la energía que se movía en el interior de esas cuatro paredes. Fanderberg se hallaba cerca. No lo veía, pero podía sentirlo.
Cerraría los ojos, al igual que él, concentrado en el ritual que invocaba a todas las ánimas que estaban allí presentes. Se dejó llenar por los recuerdos de esos espíritus imperecederos, todas esa hambre de vida que nunca más sería saciada. Se sentía entonces más vivo que nunca, regocijandose en la ausencia del Suspiro en aquellos entes.

- No los atormentes demasiado - dijo Fanderberg. Sentado frente a un escritorio atestado de libros, parecía meditar - Pronto te acompañarán allá a donde vayas

- Nadie desea a los muertos siguiendo sus pasos y observándoles en sus sueños - respondió Adrien, algo molesto por la ruptura del silencio - ¿Por qué debería recibir ese castigo?

- Calla ahora y atiende a mis palabras. Apenas nos queda tiempo

Durmiente

Alma atormentada, camina entre los árboles, cabizbaja, perdida en mil pensamientos. Atormentada porque la pluma se niega a dar rienda a las muchas historias que tiene en su cabeza. Destinada a entregar el corazón a una causa perdida. Los espíritus de ese bosque intentan advertirla, pero permanece demasiado absorta para escuchar sus súplicas. Tanto dolor le daría a su pluma la vida que tanto anhelaba. Cuando encontró esa inspiración, ya no la deseaba

domingo, 20 de marzo de 2011

Las sombras

Anita duerme ahora. Esta criatura parece haber encantado a todos los aquí presentes, a mí incluído, con su presencia. Su sueño resulta tranquilo junto a nosotros, cuando a los otros mortales les entraría un terror atroz cerrar los ojos, imaginando que es lo que podríamos hacerles.
Ha creado una calma en esta casa, algo que hasta el momento no habíamos tenido la fortuna de conocer. Los infiernos no quieran llevarsela de nuestro lado...


Adrien se había dormido sobre el sillón, con el pesado grimorio sobre sus piernas. En aquellos momentos empezaba a anochecer, y el durmiente comenzó a ser vestido por las sombras.
Unos dedos largos se colocaban uno a uno sobre el brazo de Adrien, haciendo fuerte presión. Diriak reía de una forma un tanto enfermiza, y continuaba haciendolo mientras la mano de Adrien se colocaba frente a su rostro. Un destello intenso de luz y el pequeño y deforme cuerpo de Diriak voló por los aires.

- Buenas noches, joven Adrien - reía a carcajadas el enano - ¡El señor Fanderber, solicita inmediatamente su presencia!

El aludido dejó caer pesadamente la cabeza sobre el respaldo del gastado sillón, y tardó solo un segundo en incorporarse. Sus dedos huesudos y alargados cerraron con parsimonia el grimorio antes de abandonarlo sobre la mesa, y al atender su llamada, se arrebujo en sus capas. La noche gastaba su cuerpo frágil.

Así, cuando caminaba, oteó el exterior del caserón sin dejarse ver. El cielo oscuro parecía haberle estado esperando para completar su presencia. Adrien se volvió con gesto altivo: ya saldría en otro momento. Las calles nocturnas serían para siempre su posesión y dominio.

Laberintos [XI]

Unodós, unodós. Caminando hacia el refugio de Dana, donde no esperaba encontrar refugio, sino un leve descanso. Aquello sería realmente un milagro si realmente Dana le permitía estar allí, no querría ver manchado su "buen nombre"

Pero debía intentarlo. Sube las escaleras del piso, donde ya se empieza a escuchar las música característica de su lugar.

La puerta que da acceso se cierra antes de que pudiera ver quien es, pero juraría que podía reconocer la voz. Se detiene, escuchando. Es ella, también buscando refugio.

"Arde el infierno que buscaría un lugar mejor para ella" piensa con frustración, pero era eso mejor que nada, vagando en las calles sin saber que hacer. En todo caso, Dana sabría lidiar con los agentes de la ley, mientras que él no.

Vuelve a bajar hasta que escucha las sirenas, nunca destacaron por su manera de ser discretos. La salida trasera, que daba a un callejón, fue la solución. El intrincado laberinto de las calles es y sería durante largo tiempo salvación para muchos

Quiero soñar

Contemplaba el cielo, perdida entre las estrellas, y escuchando una canción que creí escuchar mientras veía en una imagen fugaz como los sueños podían hacerse realidad. Sonrío y añoro, recuerdo y sigo avanzando

Sigo sin saber que es lo que deseo escribir, se pierden las hojas en este diario que nadie tendrá la oportunidad de leer. Perdidos en un cielo que ya nadie se atreve, nadie puede contemplar con tranquilidad. Hace tiempo que dejaron de soñar, las esperanzas se perdieron a la par que nuestro destino. Vagamos en solitario, cada uno abstraído en su propio infierno de reflexión y lamento

Porque piensan que no queda otra sino lamentar todo aquello que no se hizo y que no habrá oportunidad de hacer. Preparamos nuestra mente para un profundo sueño que nos hará inmortales. Hay infinitas fantasías que cumplir en este sueño inducido, de nada vale entonces agotarse en las lágrimas. Nadie querrá encontrar el testimonio del pasado inundado en llanto

domingo, 13 de marzo de 2011

Extraño hogar

A veces creo recordar que no siempre caminabamos solos. Tres compañeros, de los que no puedo decir que fueran completamente humanos, nos acompañaban a veces.
Nunca me dirigieron una mala palabra o mirada; tampoco un mal gesto. Me trataban como si fuera uno de ellos, como si llevaramos juntos en el camino toda una eternidad.
Me mostraron también pequeños trucos, prodigios a los ojos de cualquier niño. En aquellos tiempos de mis inicios ni siquiera me cuestionaba hacia donde querían dirigir mi destino y futuro.

Todavía no conocen mi nombre aquellos que tengan la casualidad de encontrar estos pergaminos que pronto estarán gastados por el tiempo y la inclemencia del tiempo en mis viajes. En las ruinosas calles que forman mi infancia me llamaban Ana, pero mis protectores siempre me llamaron Anita.

El papel y la pluma parecen tener un misterioso embrujo, siempre lo creí. A medida que escribo, empiezan a refrescarse mis recuerdos. Mis salvadores: Adrien y Fanderberg. Figuras que inspiraban temor irrevocable, me llevaron como discípula y chiquilla. Fanderber era corpulento y sorprendentemente alto. Su rostro, redondo y de un color enfermizo, jamás dejó escapar una sonrisa. Al menos ante mí.
Adrien, en cambio, era apuesto y atrevido. Tenía sus momentos de absoluta reflexión y quietud a altas horas de la noche, y su risa lobuna resonaba en toda la casa que ocuparamos.
Fanderberg aparecía pocas veces, y las menos, se acercaba hacia donde estaba tomando mis lecciones para ver mis progresos. Apenas me atrevía a mirarle, pues la primera vez que le miré a los ojos vi en ellos un vacío abisal. Ese mismo vacío que empezaba a desaparecer de mi vida, de todas las cosas que me rodeaban.

Una nueva conciencia empezaba a apoderarse de mi cuerpo y mi mente. Sentía en mis manos un gran poder presto a escapar.

viernes, 11 de marzo de 2011

Una herida en el cielo

Jamás comprendí los sortilegios que en mi nuevo refugio se realizaban. Aquellos dos titanes a mis ojos se veían constantemente envueltos en un aura de misterio y magia del que no podían escapar de ninguna de las maneras. Caminaban por las calles ajenos a todo lo que les rodeara, como si no vieran los vehículos pasar. Y como si cada ventana de cada edificio que veían ante sí ocultara un enigma que los absorbiera por completo.

Yo era una chiquilla cuando los conocí, y no por voluntad propia. El destino o el azar quisieron que viviera en los suburbios de una ciudad de la que ni siquiera recuerdo el nombre. Como muchos en aquel lugar, vivíamos de la miseria. Rogando por que apareciera un ángel que nos sacara de aquel infierno. La mayoría moría de hambre, y los que no, a las navajas de los más fuertes.

Yo también rezaba. Solo que en mi busca no llegó un ángel: llegaron dos. Para mí eran dos señores de alta posición, con sus preciadas capas y sus cuidados movimientos y modales.
Todo lo que podía soñar cualquier desgraciado. Y aún más: vivir sin ningún recato.

Me llevaron con ellos, dándome todo lujo y capricho. En los caprichos se incluían posesiones, viajes y la sangre ajena. Así era. Si teníamos que matar para conseguir nuestro objetivo, no había reglas. Aquellos dos magos sabían ocultar sus crímenes.

Así era nuestra vida

domingo, 6 de marzo de 2011

Sobre el hielo

Que grande el miedo que sentíamos al salir por fin bajo las estrellas. El cielo azabache, imponente, congelaba nuestras voces en un principio. Después, nos atrevimos a reír. El pasado nos persigue a cada instante, en cada nueva acción. Pero igualmente, continuamos

Sintiendo el frío en nuestas manos. Porque el hielo y la nieve lo cubre todo. Es una ciudad desconocida en la cual no existe lo imposible.
Lástima de tener la conciencia de que es un sueño.
Tal vez en algún momento la vuelva a encontrar

martes, 1 de marzo de 2011

El castillo

Contemplar el mundo desde los cielos, y este gran castillo es mi refugio. Se contemplan las batallas como si de pequeñas figuras en un tablero se tratasen, y los gritos apenas llegan tan arriba. El aura de magia en el interior se respira, pero aisla a cada uno en sus propios pensamientos. El mundo ha cambiado desde que estoy aquí, y que los recuerdos de antaño se transformen desagradablemente o desaparezcan no es buena señal.
Encomendé mi vida a una causa que no conocía, y que tampoco era mía. Tan solo quería salir adelante. Y ahora es la intriga lo que domina todo.
A veces siento deseos de volar

sábado, 26 de febrero de 2011

Primera noche

Aquella noche apenas pudieron dormir. Estaba libres por fin de los muros de sus respectivos Firmamentos, aventurándose a cumplir la voluntad del Señor, algo que estaba por encima de ellos. Tampoco intercambiaron apenas palabra.

La hoguera en el improvisado campamento ardía con entusiasmo, y dos de los pequeños Engels observaban las llamas, atentos a cualquier sonido que pudiera perturbar la noche. Edoniel y Aaroniel eran los que guardaban el sueño de sus compañeros. El Rafaelita callaba, abrazandose a si mismo, mientras que Edoniel abría su gran libro, para dar comienzo a la pequeña crónica que debían llevar en su misión.

- ¿Escribes nuestra historia? - preguntó Aaroniel con timidez. Aquellas leyendas acerca de las escrituras vagaban por doquier, pero el misterio del método todavía seguía latente

El interpelado sonrió, y asintió como silenciosa respuesta

- Quizás algún día se conozca en todas partes - habló nuevamente. Comenzó a fantasear acerca de las hazañas y buenas acciones que podrían realizar en el camino.

El futuro era una historia, una incógnita, aún por resolver

sábado, 19 de febrero de 2011

Otros

El miedo congela los huesos y también la voz. La nieve está manchada de sangre a nuestros pies. Y el cadáver yace sobre ella. El vaho que exhalan nuestras bocas es acelerado, es ahora cuando empezamos a recuperar el aliento. Las espadas también caen de nuestras manos, dudamos de que volvamos volver a empuñarlas por el horror que producen los recuerdos.
Ese ser al que creíamos humano se levantó después de que su corazón se detuviese. Su garganta, abierta, dejó escapar toda su sangre.
Cuando gritó con aquella vida artificial no podíamos creerlo. Sus ojos parecían hechos de hielo.
Recuerdo poco, tan solo cuando cayó por fin para no levantarse. Mi compañero no puede mirarme: se ha derrumbado en un mar de lágrimas, aterrorizado. Día a día, los caminos se vuelven más peligrosos

jueves, 10 de febrero de 2011

¿Alguna idea? [X]

Ya añoraba aquel éxtasis antes de enviar al otro mundo al pobre Harvey. Unodós, unodós. No se detiene. Necesita a aquellos trombones del infierno, que le den un ritmo y una vía segura para escapar. La redada había tenido éxito, y aquella escoria de la sociedad, a la que el mismo Dave pertenecía, gritaba enfurecida ante la privación de libertad.

"Tal vez así se acabe toda esta maldita pesadilla" pensó mientras se apartaba el copioso sudor de la frente.

Necesitaba esconderse, su fama de cliente asiduo en el local que la policía acababa de asaltar no era buena. La idea de dejarse ver para aparentar inocencia tampoco era buen plan. Tomó el coche y arrancó con rabia.

Todo empezaba a salir mal. Primero Connor con sus malditos ataques de nervios. Habría alertado a todo el mundo, estaba seguro. Insufrible.

Se detuvo frente a una cabina, en una calle totalmente desértica. Los vagabundos tirados en las calles por no tener otro lugar no contaban

- ¿Dana? - preguntó al escuchar descolgar el teléfono - Necesito tu ayuda, ¿se te ocurre algo?

- ¿Dave? ¿Eres tú? - preguntó la otra voz, con tono molesto - ¿Qué has hecho esta vez? Vamos, ven a casa, y te advierto que hoy no me sobra paciencia

Ambos colgaron los auriculares a la vez, ya no había más que decir. Y cuanto menos tiempo estuviera al descubierto, mejor

Un vistazo hacia atrás

Son días extraños cuando observas la luz del sol derramada sobre las calles de la ciudad. Me recuerdan a aquellas sesiones de falsa búsqueda espiritual que no llegaron a ninguna parte. Mi mirada sigue perdida en el vacío, mientras pienso que esta sería la edad en la que debería empezar a despegarme de lo que es la familia, y no antes.

Comencé a volar alto, soñando horizontes que traspasar. Mis diarios se pierden en número, tales son las aventuras que he vivido. De tinta he manchado cuadernos y cuadernos, intentando explicar todo lo que en el corazón se siente.

¿Volaba para huir o para soñar? Que hablen mis testigos, ellos podrán decir cuanto hablaba mi mirada. Era agradable sentir el peso de mil historias sobre mis hombros. Un libro era de los mejores amigos, la vía para la abstracción

Confía en tu corazón sobre todas las cosas, y apóyate en tu propio entendimiento.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Esperar

Tu mirada viaja por el infinito, donde ni siquiera puedo seguirte. Ya apenas sientes mis caricias, tu mirada sigue buscando aquello que todavía dices no saber. Yo tiemblo mientras te abrazo desde tu espalda. Sigo esperando una respuesta, una orden, una petición. Algo que me indique que hacer.
No veo el camino a seguir, tal vez sea que ya se ha acabado

lunes, 24 de enero de 2011

Anacrónicos

¿Qué extraño mundo es este? ¿En qué dimensión fortuita he caído?

Todo se hace extraño, el aire enrarecido y el cúmulo de seres realmente extraños pasando frente a mí. ¿Y mi espada? Sin ella podría estar perdido. Pero el cielo nocturno me relaja. Tal vez no sea tan hostil este mundo. Las constelaciones que los altos castillos me permiten ver siguen siendo las mismas en este ¿sueño?
Mis enemigos desaparecieron tras la última batalla. Después, descansamos nuestros gastados cuerpos. Quizás todo esto sea producto de mi vela. ¡Por los dioses!, debo de estar bajo el influjo de alguna estrella o entidad semidivina. Solo así podrían verse tales prodigios.

En el interior de uno de los castillos, ¿qué veo? Un cuerpo inerte. Una doncella dormida, entumecida por el rocío nocturno. Mis manos le toman el rostro con cuidado. Su sueño es apacible a pesar de sus condiciones para dormir. Abre los ojos, mejor motivo que ningún otro para sonreír. Dioses, su mirada me ha hechizado. Una mirada tan llena de curiosidad como puede estar la mía me observa sin ningún tipo de temor.

Ahora he olvidado el regreso a mi hogar, mientras ella se incorpora lentamente. Su oscuro cabello me oculta aquello que no paro de buscar. Esos profundos ojos en los que quisiera nadar.

Que alguien me prohiba despertar; con gusto obedeceré

sábado, 22 de enero de 2011

Regalos

Detuvimos el tiempo en una caricia, en un suspiro. Aquella fotografía que sobrevivirá a los años y se conservará en el fondo de un cajón será el mejor regalo que la casualidad nos permitirá encontrar pasado el tiempo. Y es que a veces no puedo evitar mirar atrás y sonreír. Muchas cosas han cambiado, y comparando entre el bien y el mal, lo bueno supera a lo malo. Aunque sea un momento efímero
Regalos que necesito conservar en la memoria

domingo, 9 de enero de 2011

La huida

Toca huir ahora, se acabó la espera. Tantas horas encerrado en aquel improvisado sótano ha acabado con mi paciencia. Ahora necesito sentir la adrenalina de no ver a mi perseguidor, pero sí escucharlo a una mínima distancia. Correr entre la nieve, hacia el bosque, es todo un reto.

Lo necesitaba, realmente lo necesitaba.

Durante un tiempo que se hizo eterno estuvieron mirando su cuerpo, haciendo preguntas estúpidas. Estúpidas elecciones, preguntan a las personas equivocadas. De cogerme, podrían hacer todas suposiciones, preguntas y móviles ficticios que quisieran. Pero nunca me creerían. Mejor correr, no les daré la oportunidad de mostrarme su insultante incredulidad.

Un fogonazo detrás de mí. Fallan las fuerzas y tengo que caer. La energía desaparece, ya no puedo correr. Esto es... ¡¿sangre?!

Revista de misterio,
Ellery Queen
25 de marzo, 1990

viernes, 7 de enero de 2011

Cuando los soles se extinguen

Los soles se extinguen a la par que nuestro temor crece. Su desaparición representa la nuestra, y la esperanza muere a cada día que pasa. Muchos se permiten los últimos minutos en el hogar, para no perder el calor de una familia que la que todavía quedaba por vivir. Muchos han huido ya al lugar donde nadie puede alcanzarlos, dejando mayor vacío en nuestros corazones.
Ahora solo cabe el miedo

Volver a casa

Tal vez algún día deje de mirar como vuelves a casa. Tal vez tenga que dejar de atesorar los besos de despedida. Dejaré de contar el tiempo por fin, y podré mostrarte la sonrisa que me provocas detrás de cada caricia

sábado, 1 de enero de 2011

6.30 am

Las risas se apagan a la vez que el cielo comienza a aclararse por el naciente sol. Todos callamos, respiramos el aire de la madrugada y sentimos una sonrisa común.
Vemos el primer amanecer de un nuevo año, y con una sonrisa, para que no nos falten

Feliz año nuevo